Seguimiento de gastos



La vigilancia de tus gastos también puede ayudarte a evitar gastos excesivos. También te servirá para detectar compras inesperadas o fraudulentas en tus estados de cuenta bancarios y de tarjetas. Estos son algunos consejos para darle seguimiento a los gastos:
Revisa tus estados de cuenta.
Ya sean estados de cuenta impresos o en línea, revisa todas tus cuentas por lo menos una vez al mes, incluida tu cuenta de depósito y todas las tarjetas de crédito que tengas. Obtén una perspectiva consolidada de todas tus cuentas, lo que te ayudará de identificar dónde estás gastando.
Reúne todos tus recibos.
El seguimiento de las compras en efectivo puede ser difícil porque cuando el dinero se va, se fue. Guarda tus recibos y dedica tiempo a registrar cada compra en efectivo, con tarjeta o en línea, o utiliza una aplicación bancaria o de presupuestos para contar con un panorama general preciso de tus finanzas cuanto finalice el mes.
Clasifica tus gastos.
Agrupa tus gastos, por ejemplo, automóvil, hogar, hijos, restaurantes, etc. Esto te dará más detalles sobre cuánto estás gastando y en qué. Puede ser un ejercicio que te abra los ojos y revele áreas donde puedes reducir o eliminar por completo los gastos.
Registra tus salidas.
El seguimiento de tus gastos no tiene que ser complicado. Puede ser tan sencillo como tomar notas en un cuaderno o utilizar la aplicación de notas de tu teléfono inteligente, una hoja de cálculo o una aplicación dedicada. La mayoría de las cuentas bancarias en línea dan seguimiento a las transacciones electrónicas y las organizan automáticamente, y tú puede consultar los datos en línea o descargarlos como hoja de cálculo. Si tus registros son claros y los actualizas con constancia, podrás darle seguimiento a tus salidas con el paso de tiempo y hacer proyecciones para el próximo mes, trimestre o año.
Haz mejoras
Una vez que sepas adónde va a parar tu dinero, quizá te sorprendas. Piensa en cómo puedes ajustar tus hábitos para ahorrar dinero. Lo más probable es que tenga que ver con gastos discrecionales o variables, como ropa y comidas fuera de casa, y no con gastos fijos, como la hipoteca, el alquiler o los servicios públicos, que no cambian mucho de mes a mes.
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